Memorias desde mi Cuarto
Omar André López Velázquez
El momento en que me siento más tranquilo en el día es cuando puedo encerrarme en mi cuarto para crear música.
Quedarse hasta tarde no es extraño.
Disfruto la paz que encuentro en la madrugada, después acercarme un poco más al sonido que quiero.
Escribo mucho y no todas las ideas que tengo se quedan.
Lo más que más me molesta es soltar ideas, borrar y descartar cosas es un ejercicio que trato de practicar más seguido y con menos pesadez.
No canto como me gustaría, y trato de hacer mil voces diferentes porque no me gusta mi propia voz.
Por más que lo intente o trate de modificarla, nunca puedo escapar de mi voz real.
Aprecio y estoy agradecido con todas las herramientas que han pasado por mis manos, aunque no siempre han sido las que he querido, pero son las que mejor me han enseñado, más que alguna clase o instructor.
Pero en las carencias y los límites encontré mi voz.
Sigo aprendiendo desde que tengo catorce años.
No quiero dejar de aprender.
No me importan los recursos que tengo, me importa más lo que quiero decir.
Soy muy crítico con todo lo que hago y aún no me siento satisfecho.
Todos los días trato de acercarme más a lo que imaginé.
Pero cada día me alejo y transformo todo lo que en un principio creí que era inamovible.
